miércoles, 18 de febrero de 2015

Saquear el diccionario

Cuando uno se ciñe a un mapa, rara vez se pierde; pero rara vez se topa con lo inesperado. El territorio más explorado, el más transitado, el más surcado de vías para los senderistas, vuelve a ser suelo virgen para quien se olvida del mapa, de las guías y de la brújula.
La palabra más tópica o el adjetivo más previsible se encabritan y nos revelan una faz desconocida y rica, cuando en lugar de usar el diccionario, optamos por saquearlo. El escritor es un cuatrero, un ladrón de ganado: le roba a la Real Academia sus reses marcadas a fuego, y cruza con ellas la frontera.  
Si logramos una sola frase, una sola figura en que una palabra renazca al lenguaje con un sentido renovador, con un plumaje que de pronto le permita volar, cuando desde hacía tiempo se conformaba con el fango del conformismo, estarán justificadas las próximas cien páginas que escribamos.

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